Autor: Orlando Terré Camacho.
Especialista en Neurodesarrollo Infantil.
Presidente Organización Mundial de Estimulación y Desarrollo Infantil-Madrid, España.
Creador del METODO POINT Y MÉTODO TERNURA.
Los estudios
científicos más novedosos confirman lo que los padres hace bastante
tiempo sabían de manera instintiva en relación con la importancia de los
estímulos, “que leer cuentos, cantar canciones, jugar garantizan el
desarrollo de su hijo” . A diferencia de hace dos décadas hemos
comprendido que no solo garantiza el desarrollo infantil, sino que
potencia la inteligencia y mas aun se desarrolla el cerebro del niño.
En los últimos
años también hemos conocido del impacto internacional de toda una
popularización referida a la Estimulación Temprana, la que sin dudas ha
encontrado un público receptivo que ha confeccionado un mito alrededor
de los beneficios exagerados de uno u otro método o proyecto de
estimulación infantil. No intentamos poner en duda sus efectos y
ganancias pero si queremos que se tome conciencia de la importante
tarea de estimular y educar a un niño o una niña en edades tempranas y a
manera de reflexión les dejo esta propuesta: “tan dañino puede ser no
estimular al bebé, como sobrestimularlo”.
Indudablemente son los primeros años de vida los más importantes para el niño y la niña.
El niño no es un
hombre pequeño: es un ser en desarrollo y de todas sus estructuras
orgánicas la más inmadura es su sistema nervioso.
Al nacer, el niño
aún no ha completado su dotación de neuronas y cada una de las
existentes aún no ha alcanzado el desarrollo dendrítico y sináptico que
las caracterizará en la madurez. Apenas se han desarrollado algunos
mecanismos reflejos indispensables para la regulación vegetativa y unos
pocos que le permiten una interrelación con la madre.
A partir de
entonces se desarrollará un largo proceso de interacción entre el
crecimiento, la maduración del sistema nervioso y la experiencia,
representada por las acciones del medio ambiente externo e interno que
constantemente entran como estímulos para crear vías y circuitos. Sin
embargo, a causa del tamaño y de su apariencia externa, el cerebro del
recién nacido se ve bastante completo y parece que todas sus porciones
son tan funcionales como el resto del organismo. En realidad no sucede
así, porque las partes más importantes y grandes del cerebro, es decir,
los hemisferios cerebrales no han comenzado a funcionar aún y las partes
más bajas todavía no funcionan totalmente. El cerebro de un recién
nacido es histológicamente maduro; por lo cual es difícil distinguir las
diferentes capas. La mielinización ha ocurrido en un grado menor y en
algunas partes ni siquiera ha comenzado.
Bibliografia:
Orlando Terré.
Orlando Terré.
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